LA BENDICIÓN DE LA FAMILIA



La paternidad de Dios es incomprensible para nuestra mente humana. Es hasta que somos padres que empezamos a percibir levemente ese amor en nuestra vida a través de otro amor que no tiene límites. Para los papás, ese proceso inicia cuando tenemos en brazos a ese nuevo ser, tan indefenso, tan perfecto y que inspira tanta ternura.
No dejo de admirar a las mujeres. Es increíble cómo se vuelcan a cuidarse desde el momento en que reciben la noticia que pronto serán madres. Su mundo se transforma antes de que los cambios físicos se manifiesten. Dios, en su sabiduría, las escogió para ser portadoras de vida y el primer hogar de las nuevas generaciones, para formar a esos seres que nos robarán el aliento casi todos los días de nuestra existencia.