¿Qué es la prosperidad?



¿Qué entiendes por prosperidad? He notado que el término propicia corto circuito en la mente de algunas personas. También he oído que se menciona mucho el concepto de la “Teología de la prosperidad”, no sé en qué instituto bíblico o academia la imparten, pero al parecer tiene connotaciones poco favorables.
Para salir de dudas, investigué en internet y en el diccionario de la Real Academia encontré la definición: “Prosperidad, del latín prosperitas, es el éxito en lo que se emprende, la buena suerte en lo que sucede o el curso favorable de las cosas”. Para tener una idea más amplia, “éxito” proviene del latín exĭtus, que significa “salida”. Es el resultado feliz de un negocio, actuación, etcétera; o bien, la buena aceptación que tiene alguien o algo.

Hablar con Dios


Antes de salir de casa siempre me tomo un buen café, leo un pasaje de bíblico y escucho un par de canciones que me permiten iniciar el día dando gracias a Dios por una nueva oportunidad que me regala.
¿Cómo inicias tu día? ¿Madrugas para llegar a tu trabajo o pasas tiempo en el tráfico? ¿Cómo reaccionas en esos minutos de congestionamiento? ¿Eres de los que se queja o de los que cede la vía o su asiento en el autobús? Hay quienes optan por quejarse en sus redes sociales, otros prefieren cantar a todo pulmón y otros aprovechan al máximo esos tiempos muertos para edificar su vida por medio de un buen mensaje, un podcast o una buena lista de música que alimente su alma. Lo cierto es que hay muchas formas de empezar el día.

¡Gracias a Dios!



Acercarnos a Dios, nuestro Padre, siempre es válido y necesario. Hay que reconocer, sin embargo, que esa cercanía es más común cuando pasamos por malas rachas, situaciones adversas o tiempos difíciles. Pero ¿dónde queda el Señor cuando todo marcha bien en nuestra vida? Desde mi punto de vista es en las temporadas exitosas cuando más deberíamos acudir a Él para dar gracias. Tener familia, empleo, techo, alimentación y salud son razones suficientes para vivir agradecidos.
La palabra “gracias” es corta pero tiene un enorme poder en nuestra relación con Dios y con las personas. En un episodio de la Biblia leemos que Jesús sanó a diez leprosos. ¡Imagina el gozo que sintieron al verse libres de esa terrible enfermedad que los marginaba de la sociedad! Sin embargo, solo uno regresó a dar gracias y lo hizo con la misma pasión y vehemencia con la que pidió el milagro.